El estrés térmico es un desafío para los bomberos y equipos de emergencia durante las operaciones de extinción de incendios. La exposición a altas temperaturas, el esfuerzo físico intenso pueden aumentar el riesgo de golpes de calor y fatiga térmica.
Implementar estrategias efectivas es fundamental para garantizar la seguridad y el rendimiento de los bomberos en situaciones de alto riesgo.
¿Qué es el estrés térmico y cómo afecta a los bomberos?
El estrés térmico se produce cuando el cuerpo no puede disipar el calor generado por el esfuerzo físico o el entorno. Los síntomas incluyen deshidratación, agotamiento por calor, calambres musculares y, en casos extremos, golpe de calor, lo que puede ser muy peligroso.
Los bomberos están particularmente expuestos a este riesgo debido a la combinación de altas temperaturas en incendios estructurales y forestales y el esfuerzo físico prolongado en entornos extremos.
La termorregulación en bomberos
La termorregulación es un proceso natural del cuerpo que consiste en la activación de mecanismos centrales y periféricos para mantener la homeostasis corporal y las funciones vitales constantes. En condiciones normales, el organismo utiliza distintos mecanismos para disipar el calor, asegurando que la temperatura corporal no alcance niveles peligrosos.
Entre estos mecanismos de control del calor, la radiación permite la transferencia de energía en forma de rayos infrarrojos entre el cuerpo y el ambiente, mientras que la convección implica la disipación del calor a través de partículas de aire o agua. La conducción se produce cuando el calor se transfiere directamente entre el cuerpo y objetos en contacto, y la evaporación, mediante la sudoración, juega un papel fundamental en la eliminación del calor en entornos donde la temperatura ambiental supera la temperatura corporal.
Los bomberos enfrentan diferentes cargas térmicas dependiendo de la intensidad del incendio y la proximidad a la fuente de calor. Estas cargas se clasifican en cuatro niveles:
Clase I, donde el flujo de calor es inferior a 1000 W/m² y la temperatura no supera los 100ºC; Clase II, con un flujo de calor entre 1000 y 2000 W/m² y temperaturas de hasta 160ºC; Clase III, con un flujo entre 2000 y 10000 W/m² y temperaturas que pueden alcanzar los 260ºC; y finalmente, la Clase IV, donde el flujo térmico supera los 10000 W/m² y la temperatura ambiente es mayor a 260ºC.
Estos valores reflejan la exigencia extrema a la que están sometidos los bomberos y la importancia de contar con estrategias de protección y recuperación efectivas para mitigar los efectos del estrés térmico.

Estrategias para la gestión del estrés térmico
La hidratación constante es una de las estrategias más efectivas para prevenir el estrés térmico. Es recomendable que los bomberos consuman entre 500 ml y 1 litro de agua por hora de actividad intensa, incorporando también bebidas con electrolitos para reponer las sales minerales perdidas con el sudor. Se debe evitar el consumo excesivo de cafeína o alcohol antes y después de una operación, ya que estos pueden contribuir a la deshidratación y afectar el rendimiento físico.
Además de la hidratación, es crucial implementar pausas de recuperación y un sistema de rotación de personal para minimizar la sobreexposición al calor. Las zonas de descanso deben establecerse en áreas sombreadas o climatizadas, y es recomendable alternar turnos de trabajo en intervalos regulares para reducir la fatiga térmica. Estas medidas permiten que el cuerpo se recupere y previenen la acumulación excesiva de calor.
El uso de equipos de protección adecuados también juega un papel clave en la gestión del estrés térmico. Los avances tecnológicos en los EPI han permitido el desarrollo de prendas que facilitan la ventilación y la disipación del calor. Es importante que los bomberos utilicen ropa interior de enfriamiento que absorba la humedad y, cuando sea posible, chalecos refrigerantes o dispositivos de enfriamiento activo que ayuden a reducir la temperatura corporal.
El entrenamiento y la concienciación sobre el estrés térmico son esenciales para que los bomberos puedan identificar tempranamente los síntomas y actuar de manera oportuna. Las sesiones de formación deben incluir información sobre la prevención y tratamiento del estrés térmico, así como simulacros en condiciones controladas para mejorar la resistencia térmica. Además, la implementación de protocolos de primeros auxilios específicos para el golpe de calor puede marcar la diferencia en situaciones críticas.
El monitoreo de signos vitales es otra estrategia efectiva que permite detectar a tiempo los efectos del estrés térmico. Gracias a los avances tecnológicos, es posible utilizar sensores de temperatura corporal integrados en la ropa, aplicaciones móviles que alerten sobre signos de sobrecalentamiento y evaluaciones médicas periódicas para detectar problemas de salud relacionados con el calor. Estas herramientas ayudan a garantizar la seguridad de los bomberos y reducir el riesgo de complicaciones derivadas del estrés térmico.
La gestión del estrés térmico es un factor clave en la seguridad y efectividad de los bomberos durante las operaciones de extinción de incendios. Aplicar estrategias como la hidratación adecuada, las pausas de recuperación, el uso de equipos optimizados y el monitoreo de signos vitales puede reducir significativamente los riesgos asociados con la exposición al calor extremo.
Referencias:
- EL ESTRÉS TÉRMICO EN BOMBEROS. Recuperado 21 de febrerode 2025, de bomberos.info website: URL